Pausa
Después de morder la vida como una manzana ácida
Después de morder la vida como una manzana ácida
Despues de sentir con los dedos que el cielo es azul,
¿Qué nos queda ya por esperar?
No el crepúsculo de los dioses sino un amanecer preciso
De sucios ladrillos grises y vendedores de periódicos gritando guerra.
Alborada. Poema de Louis MacNiece utilizado por Silvia Plath para introducir sus Diarios.
Empiezo a tener pasado, me acuerdo de demasiadas cosas, y siento que me he vuelto mate. Eso me da miedo.
Escribo menos es obvio-. Trabajo sin cesar. Los días pasan sin dejar ninguna huella, uno detrás de otro. Nada más.
El otro día vino D a la librería. No lo esperaba y su visita por sorpresa me trajo recuerdos de un tiempo demasiado reciente, que ya no está.
Salimos. Delante de una caña, en un bar del barrio, lejos de los locales a los que acudimos con frecuencia, le conté cómo me sentía y, aunque creo que me entendió, al despedirnos, cuando volví a quedarme sola, recuperé sin querer la tristeza que, durante apenas un par de horas, me había abandonado.
Tengo amigos, hago lo que me gusta, he elegido mi ciudad. Sin embargo atravieso un mar picado e inhóspito, perteneciente a un mundo abandonado. No hay ninguna luz. Sé lo que ocurrirá mañana. Podría dibujarlo en un papel con una venda tapándome los ojos. Acertaría.
La librería es roja y está repleta de libros enormes que me miran. Los cambio de lugar; juego con ellos; conscientemente permito que la arena del reloj caiga a una velocidad vertiginosa, paliativa.
Y que nadie se lleve a engaño: sé que soy feliz. He aprendido algo: no existe la tragedia. No puede ser trágico lo que se repite hasta la saciedad. Sólo hay que tener paciencia porque, como en el caso del constipado, para este estado de letargo los antibióticos no sirven.
Mientras tanto, es Navidad. La iluminación de los grandes almacenes que hay al lado de mi casa es blanca, tirando a gris. Tenemos un calendario de Adviento en el escaparate y villancicos en el hilo musical. Nuestra clienta estándar es mujer, entre 50 y 70 años; generalmente protegida por un abrigo de piel; con mucho maquillaje y peinado de peluquería. Suele buscar regalos para sus nietos. Le enseño libros troquelados, con dibujos de Disney o basados en cuentos clásicos. Mantengo su conversación. Pero por dentro navego a la deriva. Silvia Plath llamó una vez a sus Diarios mi mar de los Sargazos. Los estoy leyendo y allí es donde me encuentro.
5 comentarios
V -
Eli, ¿qué tal recibisteis el año?¿Cómo fue la Nochevieja?
Un beset
P -
La tragedia se encuentra en la misma proporción que la felicidad. No sólo importa que la persigas, también que estés en el lugar adecuado cuando pasa por allí.
La vida es bella según el estado de ánimo. Los optimistas, entre los que anónimamente me incluyo, están abocados a este estado de la misma manera que los pesimistas al contrario. La aguja que ralla el surco de nuestras vidas.
tonins -
mejor me dejo de hacer pausas y me voy al trabajo...
V -
Eli, a ver si nos vemos aunque sea para un cafetillo estos días. Ya sé que vienes poquito tiempo, pero creo que no te veo desde el verano.
Besets.
V -
A ver si en Navidades nos vemos.
Besos