La buena chica
Once de la mañana. Luis Miguel cantándome desde el ordenador. Dice más o menos: Tengo todo excepto a ti... y la humedad de tu cuerpo. Hecho: Luis Miguel tiene letras un poco pornográficas que de repente me encantan. No sé si esto será síntoma de algo, pero el caso es que aquí estoy yo, trajinando por la casa, canturreando la humedad de tu cuerpo arriba y abajo. Café con leche arriba, café con leche abajo. Tic tac, tic tac... como un ratón de laboratorio en una caja de zapatos, corriendo de un lado a otro mientras el tiempo aséptico, cual mano enfundada en guante de látex, marca el ritmo con suaves golpecitos sobre la mesa.
Pienso que ninguna emoción me merece crédito y, al mismo tiempo, esta mañana me siento un poco triste. Es verano, tengo resaca, menos uñas que nunca y, como siempre, un montón de pájaros en la cabeza.
El martes por la noche fui al cine con PF. Vimos La educación de las hadas y no nos gustó; a lo mejor porque nos pasamos gran parte de la película acariciándonos y dándonos besos.
Querer a PF implica volver a ser adolescente otra vez, enamorarse con gestos y palabras torpes, de instituto. Empezar. Me inspira ternura.
Es de noche y estamos en la cama. Hemos hecho el amor, compartido un cigarro y comido chocolate con almendras; somos ratones ciegos que recorren un camino aprendido de memoria. PF me abraza en silencio y, precisamente porque no dice nada para llenar los minutos que prolonga el abrazo, sé que me quiere.
Hagamos lo que hagamos, por mucho que nos abandonemos, nuestra historia no se va a acabar. Imagino un pez fuera del agua, boqueando, a punto de palmarla. Lo miro sin dolor, esperando cruel a que se quede quieto, pero no se muere nunca. Algo así nos pasa.
Me gustaría que todo fuera más fácil y ser capaz de no contar nada; me gustaría que mi ánimo no cambiara con el cambio de canción y que alguien me indicara el rumbo para no cometer errores. Si pudiera, me gustaría estarme calladita y no desprenderme de lo que vivo en este blog.
Pero soy lo que escribo. Mi experimento soy yo.
8 comentarios
Eli -
A ver cuando voy, sí... ya toca, ya toca.
madein -
supongo que con este pedazo de frase podeis valorar la cota de locura en la que me encuentro...o no? En fin, aquí estoy practicando deportes de riesgo: escribiendo esto y perdiendo un poco el tiempo en el curro mientras mi jefe esta a escasos metros de mí...la vida es así, riesgos...
A ver cuando te vienes Eli y te veo y charramos...q ya te hecho de menos. Por cierto sobreviví a la visita de Benedicto XVI y sin salir de la ciudad!!! besos a todos
V -
¿p? -
V -
Errata del otro día: Francia-Portugal, no Francia-Italia (se ve que como tenía en vistas la final, se me fue la pinza).
Por cierto, a mí me encantó La educación de las hadas, aunque la vi sin besos ni achuchones...jajajaja...igual fue eso.
Buenos días y besos para tod@s
La Prima de Streep -
1º)El camino de nuestra vida lo marcamos siempre nosotros, ya sea a base de atajos o de tropezones. De todo se aprende, incluso te diría que más de lo segundo.
2º) Los amores de adolescente tienen su lado interesante: dejarse llevar por la pasión, o si prefieres por las bajas pasiones. No suele importar casi nada, salvo la persona que quieres y deseas.
3º) Si eres un experimento, así te defines al final de tu blog, pido desde aquí el Nobel de Química para tus padres. Eres geneial!!!!!
Sigue siendo tú misma, no te reprimas ante nada ni nadie, defiende tus conviccones y posiciones (Alaska dixit). Te haces querer y sabes que te quiero.
P.D.: a todos los valencianos/-as mi más sentido pésame por la desgracia del metro. Espero V que no le haya pasado nada a ninguno de tus conocidos.
Saludos y besos.
mari -
Tampoco sé si se entenderá algo.. jaja.. por lo visto soy especialista en eso..
Besos
V -
Por cierto, laCeci también sigue viva, en Ecuador, pero viva.
Releyendo el comentario, no sé si alguien entenderá algo, pero me da tanta pereza cambiarlo como regar la planta y, si no me voy ya, van a blindar Valencia en espera del Papa y no sé si podré llegar a casa.
Besos a tutiplén, especialmente para la recién llegada Eli