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No me llames

Ana Mari, Tonins y el cumpleaños ecuménico

Ana Mari, Tonins y el cumpleaños ecuménico 12.35 de la mañana. Llueve. Madrid tiene el color del cemento y no porque yo esté más o menos animada, sino porque el otoño ya está aquí y con él la ciudad se vuelve borrosa, tan impenetrable como poco sólida; parece de acuarela, el escenario de la viñeta en blanco y negro de un cómic. Transcurre lenta. Sin embargo, paralela a su lentidud, en el interior de mi bajo escasamente iluminado, la animación se impone cruel sobre todas nuestras tristezas.

Ayer por la noche me despedí de Pequeño friki a la salida del metro y, para variar, el último intercambio de frases graciosillas con él cayó a plomo en mi estómago con la tensión de una bomba de relojería. Llegué a casa y no había nadie. Cuestión de minutos. Me acababa de poner el pijama cuando se abrió la puerta y aparecieron Ana Mari, Marti y S. Venían de Ikea, el nuevo motor de Alcorcón, más felices que lombrices. Todas habían comprado algo: unas perchas de colores; un florero de cristal con su correspondiente cargamento de flores secas; cajas desmontables para encima de los armarios y cinco marcos con sus correspondientes láminas lánguidas y combinables.

Me muerdo las uñas otra vez.

Encargamos una pizza por teléfono y nos disponemos a ver la final de OT. Gran plan. Bebemos cerveza y Coca Cola; comemos papas. Nos reímos. En los intermedios desarrollamos conversaciones absurdas. La que se lleva la palma es una sobre las ciudades sin canción. Madrid, México, Valencia, Sevilla, Roma... tienen canción. ¿Por qué Badajoz no la tiene? ¿Por qué Soria tampoco? O, lo que es peor, ¿por qué si la tienen no la conocemos? Todas las ciudades deberían tener una canción con la que presentarse al mundo. Eso es lo que concluimos.

Ana Mari y Marti llegaron el miércoles desde Valencia. Hoy, desde Valencia también, llegará M. Y a las seis, desde Chile, llegará Tonins, un ex erasmus amigo de mi hermana que aparece de forma intermitente en nuestras vidas. Mañana celebraremos todos juntos mi cumpleaños; el de N, que es argentina; y el de T, que es alemán. Para ello contaremos con la presencia de K y su marido, que hace un par de años cambiaron Perú por Madrid. Espero que mis inevitables 28 años se vean bendecidos por esta especie de festejo ecuménico que se aproxima. Me lo merezco.

***

¿Un voto cumpleañero?

2 comentarios

Eli -

Es verdad!!! Si es que somos cortitas, cortitas... seguro que Badajoz también tiene una... aunque reconozco que lo de Gabinete Calighari es imperdonable.

Glassy -

¡Eh, que Soria tiene canción!

"Camino a Soria", de Gabinete Calighari ;)