Villa de París
Menos de 24 horas para saber si nos traemos las Olimpiadas a casa. Sabiendo que Gallardón, Raúl, Pau Gasol, Santana, etc., etc., se hallan fuera del país me siento desamparada. Ansío que vuelvan, el sentimiento preolímpico consigue que los vea como de la familia... ¿Y si perdemos?... hasta puede suceder que gane Moscú, ciudad que tal vez ni siquiera ha mandado representación (esto permitiría que Gallardón subiera igualmente al escenario como encargado de recoger el premio... pobrecillo). Pero, bueno, a mí los Juegos Olímpicos me dan igual, a pesar de que mañana me dejaré sugestionar por la alegría colectiva si ganamos.
Ayer estuve con Diego en la Plaza Villa de París, enmarcada entre la Calle Genova, el paseo de Recoletos y Alonso Martínez. La Plaza tiene un aparcamiento que lleva su nombre. Se llega a él por unas escaleritas tipo entrada al metro sobre las que un cartel anuncia: "Entrada Villa de París". Me pareció curioso. Imaginé por un momento que bajando una veintena de peldaños podía aparecer en otra ciudad. La gente salía y entraba del garaje y yo pensaba que regresaban o se dirigían a Francia. ¡Qué extraño! La plaza está en pleno centro y sin embargo es muy tranquila. Todavía no se había hecho de noche y, en un banco cerca del nuestro, una pareja de ancianos se dedicaba a lo mismo que Diego y yo, a no hacer nada. Ella tenía al lado una silla de ruedas y parecía ausente. Él estaba triste.
Mientras, vivo inmersa en mi cruzada personal: el concurso de blogs de 20 minutos. Estaría bien que me dierais un votito.
Ayer estuve con Diego en la Plaza Villa de París, enmarcada entre la Calle Genova, el paseo de Recoletos y Alonso Martínez. La Plaza tiene un aparcamiento que lleva su nombre. Se llega a él por unas escaleritas tipo entrada al metro sobre las que un cartel anuncia: "Entrada Villa de París". Me pareció curioso. Imaginé por un momento que bajando una veintena de peldaños podía aparecer en otra ciudad. La gente salía y entraba del garaje y yo pensaba que regresaban o se dirigían a Francia. ¡Qué extraño! La plaza está en pleno centro y sin embargo es muy tranquila. Todavía no se había hecho de noche y, en un banco cerca del nuestro, una pareja de ancianos se dedicaba a lo mismo que Diego y yo, a no hacer nada. Ella tenía al lado una silla de ruedas y parecía ausente. Él estaba triste.
Mientras, vivo inmersa en mi cruzada personal: el concurso de blogs de 20 minutos. Estaría bien que me dierais un votito.
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Mauricio -