Blogia
No me llames

La muñeca rusa

La muñeca rusa

Vuelvo a tener ganas de escribir. Son las nueve de la noche de un miércoles y escucho a Serrat. PF acaba de marcharse y se ha llevado con él el póster de Lo que el viento se llevó que le he regalado por su cumpleaños.

He estado viendo durante algunas semanas al poeta A. Hemos ido al cine, nos hemos liado en el portal a las dos de la madrugada; también en su coche, pero no nos hemos acostado juntos. No estoy enamorada de A, y eso que he hecho un esfuerzo admirable por sentirme atraida por él... pero nada, res de res. El poeta A no es PF y, aunque es una antología viviente de la poesía inglesa e italiana, nunca se dirigiría por iniciativa propia al Corte Inglés para comprarse los grandes éxitos de Karina o las nueve temporadas de Buffy cazavampiros... así que, lo siento, no me puedo enamorar de él.

El verano se acaba y, mientras me preparo para dar el salto a un trabajo nuevo, PF duerme la siesta conmigo y se ríe cuando, por fin, después de casi un año de encuentros y desencuentros propios de parvulario, nos ponemos a hablar de temas serios. Por la ventana abierta de mi habitación se oye la conversación de la mujer del portero con sus padres, que han venido del pueblo para pasar las horas muertas en el patio de este edificio perdido en el barrio de Salamanca. Tenemos tabaco y chocolate con almendras. No hace demasiado calor y nos queremos. No sabemos cómo, pero sí que no podemos cambiarlo; que volveremos a dejarnos mil veces más y volveremos a besarnos otras mil veces, a escondidas, compartiendo con la mirada un secreto que ya no queda nadie por saber.

La tarde cae. Algunas cosas van a cambiar, sin embargo otras, por raro que parezca, van a seguir siendo las mismas. Hoy pienso así y con eso me vale. Hoy tengo confianza en que dejarse llevar es la mejor opción, eso sí, después de elegir un camino; elegirlo y seguirlo sin miedo, con todas las consecuencias.

Me gustaría ser más concisa, pero las palabras sobran, cada letra complica mi visión de la realidad de repente tan clara. Un montón de tramas confluyen en este momento: La Prima de la Streep ha perdido su coche, Vitu se va a Canarias de vacaciones, Naoko medita sobre la posibilidad de comprarse unos tirantes y hemos comido juntos parrillada de carne en uno de esos bares donde cada mesa tiene su propio barril de cerveza. Y empieza a hacerse de noche antes.

La canción de Serrat ha terminado. Suena Mejor, de Los Brincos.

Voy a cumplir 29 y a las 21.36 horas del miércoles 23 de agosto de 2006, pienso en nuestra verdadera historia, que es como la muñeca rusa más pequeña, nadie la ve.

Me preparo para echar de menos.

2 comentarios

V -

Hablando (sola) de echar de menos.....os echo de menos....jajajaja....¿hay alguien ahí?

Noticias frescas de T (de T&T).....ha conseguido trabajo en un cole....sé que os alegrará saberlo.

Besets

V -

Buenos días.
Echar de menos es bonito y, casi siempre, inevitable.

"nunca se dirigiría por iniciativa propia al Corte Inglés para comprarse los grandes éxitos de Karina o las nueve temporadas de Buffy cazavampiros".....realmente son dos buenas razones para enamorarse o no de una persona....jajajaja

Me alegro de verte feliz y creo que te espera una bonita etapa con ese nuevo supertrabajo. No sé si te tendremos que hablar de usted de ahora en adelante...

Besets