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No me llames

Cruasán

Cruasán Cruasán, un tiñoso Piecito de peluche, llegó a nuestras vidas cual bebé abandonado en el torno de un convento el lunes 15 de agosto, día de fiesta nacional, pero no por ello libre para nosotros, que trabajamos ocho horas y media en la librería.

Algún crío olvidó a Cruasán en Infantil y ese fue el principio de una serie de catástroficas desdichas para nuestra nueva mascota que, no se sabe cómo ni por qué, acabó en la caja de libros para retractilar y, cosa surreal, fue retractilado sin que nadie fuera capaz de identificarlo como un No Libro. Así que, cuando Cruasán hizo acto de presencia se encontraba forrado de plástico, prácticamente envasado al vacío y sin poder respirar. Sorprendidos, le desempaquetamos de inmediato y decidimos adoptarlo. Casi al mismo tiempo, una especie de revelación divina nos hizo ver que debíamos llamarle Cruasán. Que no se ahogara fue un milagro por el que todavía estamos dando gracias a Dios.

Han transcurrido 72 horas y Cruasán, al que hemos instalado junto a uno de los ordenadores del punto de información, no ha pronunciado ni una sola palabra todavía. Ñ, un compañero que se ha encariñado mucho con él, opina que puede ser por el trauma o porque no habla nuestro idioma. "Hay que darle tiempo", repite a menudo, y a continuación lo acaricia con un afecto enternecedor.

Ayer, al pasar por delante del punto para subirme al descanso, descubrí a Ñ leyéndole a Cruasán una edición de El Quijote ilustrada por Mingote; hoy, el título elegido, Middlesex, de Eugenides, no ha sido una elección casual: Ñ dice que del sexo de Cruasán no tenemos ni idea y, aunque el nombre que le hemos puesto es claramente masculino, eso no basta para convertirlo en un ejemplar macho, así que es una opción inteligente prepararlo para la aceptación de la ambigüedad.

Ñ tiene toda la razón y Cruasán tiene suerte de haber aterrizado en la librería. Vamos a cuidarle hasta que se recuperé.

***

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5 comentarios

Eli -

¡¡¡Dios!!! Ñ, me has descubierto... Padre amantísimo. ¿Dónde andas? Ahora conoces todos mis secretos... aunque no podía ocultártelos mucho tiempo, al fin y al cabo eres lo más parecido a un marido que tengo. Un abrazo, no dejes de dar señales de vida.

Ñ -

y a ti tambien, no te creas...

Ñ -

yo tambien echo de menos a cruasán

T -

Tengo ganas de conocer a cruasan, a ver q dia me puedo pasar por alli!

Glassy -

Hace una hora revisé mi contador y vi tu enlace; he estado leyéndote de principio a fin hasta ahora.

"Plataforma" me encantó, leí el Quijote con 16 años por iniciativa propia y en mis tiempos llegué a ser camarera (o sea, que no es incompatible :) ), y no puedo ayudarte con "Primer" porque no la he visto, sin embargo "Abre los ojos" sí me pareció fácil de entender, así que pregunta cualquier duda...

Coincido contigo en la suerte que tienes de vivir en Madrid, y me gusta cómo demuestras tu bienestar con la ciudad. Yo espero, y cruzo los dedos, poder hacerme una vida allí a corto plazo, aunque lo estoy proclamando tanto y a tanta gente, que no sé yo... mi dios es Murphy, y por lo visto soy su favorita.

También me encantan las plazas y sus terrazas, mi preferida (de las que conozco) es la de Santa Ana; la calle del Príncipe es preciosa, aunque no sé si estaré influída por la luz que había cuando la atravesé por primera vez...

Por cierto, he pasado varias veces por la FNAC del Callao. La última (hará menos de un mes), me la pasé suspirando ante los cómics de Akira y la película "Exótica"; pero, como tú, algo se muere en mi alma cuando tengo que gastarme más de cinco euros en un "capricho" (envidio tu trabajo, entre libros y películas).

La próxima vez creo que buscaré "La importancia de vivir". Me ha atraído, gracias por descubrírmelo.

Un saludo, y disculpa el comentario-tocho.