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No me llames

Las pasiones

Las pasiones "Las Pasiones" para Bill Viola son frías, al menos eso es lo que me ha transmitido esta tarde. Tal vez mi estado de ánimo ha tenido algo que ver, pero no se me ocurre nada que al sucederme pudiera hacerme ver las instalaciones y vídeos de este neoyorquino nacido en 1951 desde una perspectiva más caliente, más accesible y, en definitiva, más próxima a la comprensión.

Es viernes. N me ha recogido a las seis y hemos paseado hasta Serrano 60, donde la sede de la Fundación La Caixa en Madrid alberga esta muestra de videoarte de la que habla todo el mundo: aparte de las repetidas recomendaciones de G y las buenas críticas, A envió recientemente un correo en el que alababa las ocurrencias de Viola y nos animaba a acudir a la exposición antes de su clausura, el 15 de mayo.

La verdad es que N y yo nos hemos reído. Es posible que si hubiéramos ido cada uno por nuestra cuenta nos hubiéramos concerntrado más, no lo sé, el caso es que las imágenes prisioneras y en movimiento, encerradas en las pantallas planas, según he leído para evocar los retablos medievales, sólo han conseguido transmitirme literalmente FRÍO, lo que no significa que me parezcan malas, sólo lejanas y asépticas. Quién sabe si ese es el mansaje que Viola quiere transmitir acerca de cómo ve a la humanidad... quién sabe si soy yo la que a día de hoy la veo así y es mi opinión la que se proyecta allá por donde voy.

"Las pasiones" y "The crossing" son, de todas formas, una propuesta interesante, que inquieta al observador. Ya me diréis.

Ha sido una tarde de viernes, empieza el fin de semana. En mi rutina: "Trópico de Capricornio" durante los viajes de metro; "Una mujer, una casa, una novela" cuando me canso de la tele; y El Canto del Loco en el ordenador. La vida sigue. Lo noto.

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