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No me llames

Realidad y Sexo

Eso que escribí sobre el cambio de color de los camaleones... una mierda. Mierda los camaleones, mierda para Bush, que no está sentado delante de este portátil ni me ha acompañado a hacer la compra. El único que se ha venido conmigo al Champion, plantado en mi cabeza como la canción de Luz Casal, has sido tú, cabrón inamovible, que vienes a todas partes detrás y dentro de mí.

No me llamas, pero estás ahí, recordándome cada vez que te perfilas en la memoria nuestras imágenes de sexo compartido. No sé qué tiene que ver el sexo con el ordenador, ni si se puede plasmar en la pantalla con letra arial... no tengo ni idea... hay algo de Jelinek en estas líneas, ¿no crees? Y mira que me gusta poco; "Deseo" es, de las últimas novelas que he leído, la más pobre, la que me ha dicho menos, llena de páginas saturadas de escenas sexuales y violentas, que se anulan unas a otras consiguiendo al final que ninguna produzca urticaria en el lector. ¿O me pasará sólo a mí, que últimamente tengo la sensación de estar de vuelta de todo?

No quiero follar más, no por ahora. Me cansa verme desnuda, mezclada con hombres cobardes que siempre llegan tarde. Y estoy triste, hasta podría llorar. Sin embargo estoy convencida de que, en cada lágrima sofocada con cleanex rosa, reside un poco de esta literatura de mierda, obscena y repleta de tacos y visiones de puticlub.

La realidad no es orginal: no lo es esta casa de 48 m2 llena de polvo y, gracias al frío, temporalmente abandonada por las cucarachas. Por eso transmitirla implique tal vez plagiar estilos y escenas. Ya veremos.

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