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No me llames

Mi pequeño friki y las Mareas vivas

Mi pequeño friki y las Mareas vivas ¿Es posible engancharse a un friki del cine y la literatura, cuya película favorita es "Lo que el viento se llevó"? Es posible, es posible... Y, lo que es peor, ¿es posible que semejante ser no se de por aludido porque le basta con poder hablar de los extras de los DVD's que se compra para subsistir? Es posible también.

En fin... a diario me sorprendo con el universo personal que se construyen los personajes que me rodean, a cada cual más peculiar. En concreto, mi pequeño friki es especialista en el Hollywood de los 80 y las novelas de Fantasía.

Empiezo a conocerle porque, como buenos compañeros de trabajo que somos, hemos adoptado la costumbre de tomarnos "una" caña (eufemismo donde los haya) después de cumplir con nuestra jornada laboral. Cerca de la Plaza de Santo Domingo está el Mareas Vivas, un bar de los de toda la vida donde por cada caña -1'10 euros- te ponen una tapa del tamaño de un plato combinado. A pesar de comer cual camionero, cuando vamos por la cuarta ronda mi equilibrio peligra y empiezo a divagar.

Las reflexiones que emite mi cerebro son peligrosas: con el aliento apestando a cerveza pienso que no está mal tener una afición (yo tengo una, leer y escribir compulsivamente); pero, ¿hasta que punto "aficionarse" demasiado no es peligroso? No está mal que te guste el cine, sin embargo la cosa cambia cuando vives sólo para él. Adentrarse en un hobbi puede convertirse en un camino de no retorno, del que rescatar al afectado sea imposible.

Tremendo.

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