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No me llames

Soledad

Soledad. Apunte VI

Nuestros secretos no están solos. Son muy pocas las ocasiones en las que la verdad acontece sin dejar rastro. Lo pienso porque hace menos de una semana, por primera vez en toda mi vida, me ocurrió algo que no he contado, que nadie sabe. Trato de encontrar otra experiencia o sensación no compartida, pero no lo consigo. Tomar conciencia de ello me hace sentir extraña y le da valor a un hecho insignificante.

***

Votito, por favor.

Soledad. Apunte V

Todas las palabras están cargadas de connotaciones que a menudo se proyectan sobre la persona a la que califican: nuestra mente no planea igual el encuentro con una desconocida rubia que con una morena, por ejemplo. Me pregunto qué se piensa de los que afirman vivir solos... y creo que, si no viviera sola, no tendría tiempo de preguntármelo.

Soledad. Apunte IV

Empalmar la siesta de las cinco con el sueño nocturno de las doce es muy fácil, basta con que hayas madrugado y no tengas a nadie en casa para despertarte. Te acuestas con la ventana abierta, aún es de día fuera, se oyen las voces de los críos que ya no tienen cole por la tarde y los pasos de la gente que entra en el edificio y recorre el pasillo al que da tu puerta. Caes rendido mientras intentas adivinar la clase de calzado que lleva cada uno: esta, tacones; este, zapatillas; sandalias... zzzzzzzzzzz.

Cuando vuelves a abrir los ojos la noche ha caído y sólo se escucha la radio del vecino, que no puede conciliar el sueño sin tener los informativos a toda voz.

Pero esto es sólo un hecho, no algo triste. No añoro que me despierten.

Soledad. Apunte III

Por poco tiempo solo que pases, vives solo. Si se te olvida algo en casa, tienes que volver, no puedes llamar a nadie para que te lleve lo que te dejaste o apague el gas, y eso suponiendo que no se trate de las llaves (¡¡Uff!!). Esta mañana me di cuenta en la estación de Goya de que me había olvidado la cartera con el bonometro dentro. Tuve que volver corriendo a casa, bajo la lluvia.

Soledad. Apunte II

A veces me gustaría que hubiera alguien. Por ejemplo, hoy. Una llamada me ha despertado de la siesta y, al colgar, aun medio dormida, he pensado en tomarme un café con leche para espabilar, pero no había café hecho, así que he tenido que levantarme, preparar la cafetera... si alguien hubiera estado en la casa conmigo podría haberlo hecho por mí y traerme la taza a la cama... aunque también podría haberme despertado de la siesta antes incluso de que sonara el teléfono, con sus ruiditos. Dicho popular: no hay mal que por bien no venga.

Soledad. Apunte I

Si se tiene un portátil que arrastrar por todas las habitaciones de la casa (especialmente los domingos y festivos), encendido, conectado y con procesador de textos, es mucho más llevadera.