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No me llames

Rasguños

Rasguños

Acabo de llegar a casa. Son más de las once. La cama está sin hacer y hay un montón de cacharros sucios en el fregadero. En el portal me he encontrado con una nota informativa que avisa a los vecinos de que mañana, víspera de Reyes, debido a la rotura de una cañería no habrá calefacción. No he comido. He cenado con Nati en una pizzeria de la Latina después de pasar la tarde con ¿p? y Silvi bebiendo vino en el Mareas y destripando por enésima vez nuestros secretos como relojes rotos.

Tarde extraña, llena de gente aturdida en busca de regalos; figuras en blanco y negro, mudas, entre las que destacar nos ha resultado muy fácil. Nunca había bebido vino blanco a las cinco ni tampoco había seguido a una casi desconocida por las escaleras mecánicas del Corte Inglés con el objetivo de ver desde lo más alto la ciudad: Madrid desde la cefetería de los grandes almacenes, en el octavo piso del edificio de la calle del Carmen, radiante. Las luces navideñas, un extra en la iluminación, subrayaban la Gran Vía, el teatro y el palacio real. En el local, clientes y camareros ajenos a nuestra presencia, actuaban de acuerdo a su papel. Nosotras parecíamos fantasmas del pasado o del futuro, inmunizadas contra el sonido de los cubiertos al estrellarse en los platos de tortitas, insertas en el ir y venir cotidiano. Al llegar sin otro objetivo que mirar por los grandes ventanales, he sido por un segundo presa del pánico a ser descubierta, a que nos llamaran la atención y nos echaran, pero en seguida he comprendido que nadie iba a fijarse en nosotras.

Nadie nos mira. He recorrido a pie el trayecto que separa Sol de la Plaza de la Cebada. Hacía rato que había oscurecido. Llevaba el mp3 encendido y el abrigo abrochado hasta el cuello. He cruzado la plaza Mayor y avanzado por la calle Toledo con las manos en los bolsillos y el frío en mis ojos de pupilas eternamente dilatadas, pensando en Arte, la obra de Reza en la que se compara un lienzo rasgado, blanco, con un lecho de nieve marcado por las huellas de unos esquís. Pienso que nuestro paso por la ciudad, difuso, confundido por debajo y por encima de otros pasos, no es más que un rasguño sobre las aceras y las azoteas de los edificios, que no existen cuando están vacías. Las risas en los bares; el beso de D, que hoy se fue el primero; la primera hora en la librería, antes de abrir, y esta última, arrancada al tiempo que falta para que suene la alarma de mi despertador y todo vuelva a empezar, generando acontecimientos para el siguiente artículo.

Nada de lo que pase tendrá más consistencia que la del vaho provocado por nuestro aliento en un cristal, y al mismo tiempo todo parece adquirir una importancia que raya en una dicotomía a vida o muerte. Mis percepciones son extremas y aunque fantaseo sobre mañana en mis paseos y en mis conversaciones, la satisfacción la alcanzo hoy, ahora mientras escribo, hace unas horas, en la creación de una fantasía sobre las mil y una posibilidades que nos asaltaran cuando ya no lo esperemos.

En un vagón de la línea cinco, volviendo a casa esta noche, le he dicho a Nati que probablemente íbamos a morir otro día. Ella estaba triste. No lo ha dicho, pero la conozco y lo sé. Nati está triste y yo no me tomo en serio. Arañamos la nieve gritando, sabiendo que nuestra estela habrá de desaparecer.

6 comentarios

laCeci -

¡Qué cosa lo del corte inglés,no!
AHce poco subí yo también la de la avenida de Francia, en Valencia.
Allí no se ven luces, Valencia es menos metrópoli, y está en las afueras. Dedes allíse vé la albufera, el mar, los campos de arroz.... No sé si es lo más parecido que tenemos a la magia en valencia... pero el mar es lo único que no menguó (Pedro Guerra, menguaron... pequeños.... solo el mar es igual triste y azul)

mari -

Me gustan las luces.
Siempre he pensado que todas las ciudades, pueblos y lugares del mundo tienen triple personalidad: una de día, otra los domingos por la mañana y otra de noche.
Puede que parezca una tontería pero.. hay percepciones ingenuas de las que me resisto a desprenderme, y ésta es una de ellas.
Creo que la luz artificial es lo más parecido a la magia que tenemos..

Eli -

¡¡¡Alto, alto!!! D sólo es un buen amigo, que soporta estoicamente todas mis confesiones y vueltas de tuerca de mi pequeño y malherido corazoncito. Beso casto, pequeños salidillos, beso casto... ¡Ay, deu meu!
¡Los Reyes no tendrían que traeros nada!... ¡que no!. Un abrazo.

V -

jajajajaja.....Tonins, ya sabes q yo tengo tanta imaginación como tú paciencia.

Que haya muchos regalos para todos/as y poco carbón esta noche....seguid siendo buenos, no os confieis.

Besos

Tonins -

Creo V q tus deducciones son un poco apresuradas, pero debo reconocer que a mi tb me hace un poco de ilusión escuchar esas palabras de la boca de Eli, y si las ponemos juntas, claro que suenan lindas, pero no me queda tan claro que ese fuera el mensaje... Esperemos... paciencia es lo que más tengo...

besos

V -

"¿El beso de D?¿fantaseo sobre mañana?".....¿Año nuevo, ilusiones nuevas? Espero que la interpretación de estos detalles, que pasan un poco desapercibidos en el post, sea la que he deducido yo. Me alegro por ti y no voy a resistirme a llamarte para que amplíes ese trocito de la historia (igual fue un beso casto y puro y fantaseas sobre lo q te traerán los Reyes mañana, pero siempre me hacen ilusión los romances ajenos, concretamente los de mis amigos/as más cercanos......¡Q bonito es el amor!.....Y al parecer el 2006 ha empezado bien para algunas ;)